El puente que nos enseña por qué la planeación no puede ser opcional

Cuando hablamos de proyectos de infraestructura, siempre repetimos que la planeación es la base del éxito. Sin embargo, la realidad nos sigue mostrando lo contrario: obras que se extienden más allá de lo programado, cronogramas que parecen ser solo documentos decorativos y recursos que se desgastan sin lograr un verdadero impacto.

Un ejemplo cercano lo vemos en la obra de mantenimiento preventivo y correctivo del puente Ferroatlántico, que conecta a La Dorada (Caldas) con Puerto Salgar (Cundinamarca), en un inicio, se nos habló de una duración estimada de dos meses; hoy, ya estamos llegando al quinto mes de ejecución y todavía no culmina.

Lo curioso es que la fase de obras civiles de la calzada ya terminó hace una semana, el puente luce con obras de concreto renovadas, señales provisionales y la movilidad restablecida en parte, pero, en lugar de haber cerrado el proyecto de manera integral, apenas ahora se están ejecutando los trabajos de carpintería metálica, como si se tratara de una fase separada y no de una actividad que perfectamente pudo adelantarse en paralelo.

Y aquí surge la pregunta inevitable: ¿por qué, en pleno siglo XXI y con todas las metodologías disponibles, seguimos viendo que las obras no integran actividades conjuntas ni simultáneas?

Lo que nos dice el PMI

El Project Management Institute (PMI) establece principios que deberían guiar cualquier proyecto, sea en ingeniería civil, tecnología o salud. Entre ellos están:

  • Definir con claridad el alcance y los entregables. No basta con decir “mantenimiento del puente”, se debe detallar qué comprende, en qué orden y bajo qué condiciones.
  • Planificación integrada. El cronograma no es una lista de tareas aisladas, es un tejido donde cada actividad debe coordinarse con las demás.
  • Gestión de recursos y tiempos. Un retraso en un frente de obra no puede paralizar todo el proyecto; se deben prever alternativas, equipos en paralelo y contingencias.
  • Valor para los interesados. Los usuarios del puente, conductores, comerciantes y comunidades aledañas, necesitan resultados oportunos, no excusas técnicas.

Si estos principios se hubieran aplicado con rigor, hoy podríamos estar hablando de una obra terminada en el tiempo pactado, no de un proyecto que se alarga mes tras mes.

Más allá del concreto y el acero

El caso del puente Ferroatlántico no es aislado; es un reflejo de cómo en muchos proyectos falta visión estratégica, no se trata solo de reparar vigas, soldar piezas o pavimentar calzadas: se trata de entender que cada decisión en la planeación tiene un impacto directo en la vida diaria de cientos de personas.

Mientras los cronogramas se dilatan, los transportadores pierden tiempo, los empresarios asumen sobrecostos logísticos y la comunidad percibe que las obras públicas son eternas.

Una lección para no olvidar

La planeación no es una formalidad, es la columna vertebral de cualquier proyecto. y si realmente queremos transformar la infraestructura del país, debemos dejar de improvisar y comenzar a aplicar de manera disciplinada los principios del PMI en cada etapa, desde la concepción hasta el cierre.

El puente Ferroatlántico nos deja una lección clara: la ejecución conjunta y coordinada de actividades no es un lujo, es una necesidad.

Por: Daniel Gonzalez – Consultor Empresarial.

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